La reflexión, junto al feedback, es una de las principales palancas para el aprendizaje. Decía John Dewey que no aprendemos de la experiencia, sino de reflexionar sobre la experiencia. Un equipo de fútbol que practica saques de córner, un político que ensaya un debate, o un niño que presenta un trabajo en clase poco habrán aprendido si tras la práctica, ensayo o presentación no reflexionan sobre qué ha han hecho bien y qué no, qué ha funcionado y qué no, o qué harían diferente. Y si, como se suele decir, aprendemos más de los fracasos que de los aciertos no es porque aquellos contengan una mayor carga pedagógica, sino porque la decepción y el deseo de no volver a cometerlos nos empujan a la reflexión, algo que tendemos a obviar en los aciertos.
Cerrar las actividades de GRownTH con una reflexión explícita es, por tanto, esencial para el buen desarrollo de la habilidad y aprendizaje de los contenidos. Es cierto que a los alumnos les supone un cierto esfuerzo mental (¡de eso se trata!), y que no siempre encuentran la motivación para ello, pero es importante. Os dejamos algunas buenas prácticas para una reflexión más efectiva, motivadora y de calidad.
- Crear las expectativas adecuadas. La reflexión es parte de la actividad, no es un añadido. Planteadles, por ejemplo, que “en esta actividad vamos a practicar y reflexionar sobre el hablar en público” en lugar de simplemente “vamos a practicar el hablar en público”.
- Transmitir la importancia de la reflexión. En lugar de decirles que ‘respondan a unas preguntas’, pedirles que ‘reflexionen sobre qué ha ido bien y qué no, que harían diferente, etc.’ (mencionando algunas de las preguntas sobre las que tendrán que reflexionar).
- Hacer reflexiones grupales. Suelen ser más motivadoras y entretenidas, el debate que surge es más rico, y sirven para aprender a reflexionar, una habilidad importante en sí misma. La reflexión individual y por escrito será más fácil tras la reflexión grupal.
- Integrar la reflexión en el espacio en el que se desarrolla la parte experiencial. Por ejemplo, lanzar la reflexión (grupal y/o individual) inmediatamente después de la experiencia, en lugar dejar las preguntas para que las contesten en otro momento, cuando tengan tiempo. O ponerlas como los deberes para ese día, enviando el mensaje de que es un entregable que, como cualquier otro deber, el profesor va a revisar y, de alguna manera, tener en cuenta para la evaluación.
- Limitar la reflexión individual a 2 o 3 preguntas. Así se hace más ligera y rápida. Centrar estas 2 o 3 preguntas en aspectos concretos en los que queramos incidir. Por ejemplo:
Si queremos que entiendan la relevancia de la habilidad, podemos preguntarles sobre por qué les parece importante, o en qué otras situaciones les resulta útil el ser competente en esta habilidad.
Si el objetivo es que mejoren su nivel de competencia, podemos preguntarles sobre qué creen que les ha salido bien y qué no, qué harían diferente, etc.Para hacer más visible y consciente el proceso, podemos preguntarles por los pasos que han seguido.
¿Cuál es vuestra experiencia con la reflexión? ¿Tenéis otras ideas o buenas prácticas? Enviadnos un mensaje.